sabato 25 settembre 2010

Arrebato

Junto a un árbol del jardín de la facultad de Economía, contiguo a las bancas de madera que utilizan para sentarse a conversar, comer o simplemente para darse un respiro, se encontraba un estudiante sentado en el césped. Por su aspecto, se podría decir que estaba vestido para dar una exposición, habitual para los universitarios.
Las bancas alrededor de una plantación de rosas estaban desocupadas; pero, él ya había optado por no ocupar ninguna. Tenía en su regazo un portafolio sobre el cual revisaba y enumeraba algunos papeles; manteniéndose ocupado casi toda la mañana.
El ruido provocado en los pasadizos del edificio por la aglomeración de estudiantes al salir de las aulas, hizo que se detuviera un instante; dejó el bolígrafo sobre las hojas, miró su reloj, estiró los brazos hacia arriba, se acomodó el nudo de la corbata; en seguida retomó los papeles y prosiguió con las dos últimas hojas que tenía apartadas entre su pulgar e índice izquierdos. Después, guardó el bolígrafo y los papeles en el portafolio; se puso de pie, se sacudió el traje; y, antes de caminar, cayó bruscamente.
El estudiante permaneció de bruces contra el césped hasta el atardecer; luego de haberse puesto el sol, movió lentamente sus manos, se desplazó hacia un lado y se echó boca arriba; al mismo tiempo, sus lágrimas se deslizaban hacia sus oídos.