¡Le estoy
permitiendo a la vida negarme sus placeres!, exclamé. La dama me correspondió
acomodándose el cabello a un lado; yo estaba perturbado por su sonrisa. Las proporciones de sus labios reflejaban
su voracidad al besar; me lo demostró. Caminamos juntos de la mano; después,
experimenté la gloria de vivir y morir al mismo tiempo, cuando irremediablemente
enloquecido me perdí en la profundidad de sus pupilas dilatadas.
La decisión del viento......Jesús Andrés Pico Rebollo
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El que decide es el viento. El viento que se*
*lleva la aventura, el in...
3 giorni fa