domenica 22 luglio 2012

Letargo

Rodeado de algunas palomas, en medio de la acera, entre el poste de alta tensión, la pared improvisada con sillares y un montículo de basura, adormitaba un hombre con sus brazos extendidos. Su rostro entumecido y brilloso, iluminado directamente por el sol, ostentaba su complacencia. Al mismo tiempo, un ensordecedor sonido proveniente del claxon de la compactadora de residuos, irrumpió en la calle; bajaron hombres vestidos con túnicas verdes, cubiertos con mascarillas, provistos de escobas y recogedores.
Las aves agrupadas en el sitio, ocupado antes por los desechos, se disputaban las migas restantes. El hombre permanecía inmóvil; apenas se percibía su respiración; sin embargo, abrió los ojos al oír el arrullo de una de las aves; se sentó precipitado y tosió bruscamente. Todas las plumíferas aguardaban en silencio, no daban ni un solo paso.
Sin embargo, un crujiente sonido las inquietó; el sujeto con el pan aún en su boca, decidió guardarlo en su bolsillo; pero, al ser rodeado por las palomas, lo extrajo de nuevo. Una de ellas revoloteaba insistente sobre su regazo y consiguió arrebatarle una miga que devoró en el acto; acechaba nuevamente, extendía sus garras una y otra vez; el individuo sacudía sus manos con violencia; enfurecido, atrapó a su contendiente con ambas manos, dejando caer su pan; y, mientras se liberaba una disputa por el alimento entre las demás aves, empezaba a estrangularla. Ella movía sus patas y batía fuertemente sus alas; en su desesperado intento había perdido varias plumas; todo había sido en vano. Jadeante, con el pico entreabierto, defecó en los pantalones del sujeto; quedando finalmente inmovilizada.
El hombre sollozó; extendió sus manos, la liberó y se desgarró incontenible en lágrimas, mientras ella permanecía desfalleciente junto a él, en la vereda.

mercoledì 14 marzo 2012

Interminable espera

En mi interminable espera, cada segundo oscila una eternidad;
mírame;
ya soy transparente,
has calado hasta mis huesos.