lunedì 29 dicembre 2014

La tierra de ensueño

En el desorden del vaivén cotidiano un sujeto caminaba abstraído en sus cavilaciones. Por su docilidad había perdido mucho en la vida. El amor que tanto había anhelado era el de una hermosa mujer a la que todos pretendían con la sola finalidad de llegar al altar para luego abandonarla, ya que su belleza era perturbadora para los demás; pero, para él, ella era ideal; y sólo él se atrevería a honrarla; y nadie más que él, sufriría en su nombre.
Había sido despedido tantas veces; su pequeño negocio había sido clausurado y embargado por el estado mediante la recaudadora de impuestos; su casa ubicada a dos cuadras de una comisaría había sido saqueada. Ante del robo, la aseguradora le había negado la subvención íntegra, a pesar de que él había aportado durante muchos años; su auto en el que esporádicamente hacía de taxista había sido remolcado al depósito y su cita médica en el seguro había sido nuevamente aplazada.
Luego de la mezquindad de la aseguradora, que sólo se había comprometido a pagar la reparación de la puerta de su casa, acudió a la oficina central de la afp. Fue recibido amablemente. Casi dos horas después, vino el gerente y le dijo que debía aportar durante algunos años más; que aún no era factible adelantar su jubilación; y que, una vez completado el aporte, se le otorgaría una pensión mensual equivalente a dos tercios del sueldo mínimo.
Su desasosiego no le permitía percibir lo que ocurría a su alrededor; mimetizado en la multitud, caminaba; la falta de trabajo, la ardua competencia para conseguir uno, el estrés y las preocupaciones se reflejaban en su rostro; y, como la gran mayoría, él también se acogía a los convencionalismos para subsistir; el cabello corto, los anteojos, la camisa, la corbata, el esmoquin, los pantalones, los zapatos y el maletín eran parte de ese absurdo consenso.
Así había trascurrido los días, los meses, los años. Muchas veces, embargado por el entusiasmo, había lanzado su maletín hacia arriba y con los brazos extendidos conseguía dar una vuelta; y siempre se encontraba ante el desconcierto de los demás.

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